Siendo apenas un niño, de seguro que a nadie le hubiese gustado encontrarse en aquella situación en la que yo mismo me encontraba, porque mirar a un espÃritu en medio de un trance no podÃa ser para alguien una experiencia demasiado agradable.
Eran demasiadas visiones del mundo paranormal - y sumado a los toques de los espÃritus - también fui de alguna manera forzado a escuchar sus voces, susurrando o hablándome claramente a los oÃdos - y unido a esto - siempre me acompaño un gran sentimiento de impotencia por tratar de detener o de evitar todo aquello que me sucedÃa.
De adolescente, nunca quise darle demasiada importancia a lo que me ocurrÃa, sin saber que era algo imposible de evitar, pero en ocasiones, manos invisibles me sujetaban y espÃritus de voces muy fuertes me llevaban a otras dimensiones del plano astral, para advertirme o para mostrarme mis propios errores, o los de algunas otras personas.
Sueños lucidos y terribles pesadillas se sumaban a esto.
¡Sin saberlo, la mediumnidad trágica poco a poco iba desarrollándose!
Soy una persona que siempre anhelo para si mismo una vida normal. Como la que vive todo el mundo. Mis tres importantes profesiones jamás me ayudaron en nada que no fuera un sube y baja de emociones, frustraciones, y fracasos de identidad, que siempre me mantuvieron en medio de constantes estados depresivos, situaciones negacionistas, y también me llevaron a sostener algunas relaciones demasiado tirantes con la vida y con las costumbres de los demás.
Luego de haber vivido y experimentado en carne propia el triunfo de varios espÃritus obsesores sobre mÃ, a lo largo de mi vida - debido a mis constantes fracasos - finalmente pude experimentar una gran transformación.
Muy a pesar del temor tan profundo y tan arraigado que sentÃa en mi propio ser sobre las opiniones de mi familia, de mis amigos y de mis parientes más cercanos, finalmente pude aceptar y entender todo aquello que me ocurrÃa.
Estos relatos son una historia cierta de mi vida siendo un médium trágico y la solución que encontré con la ayuda y la guÃa de buenos espÃritus que me llevaron a encontrar la paz, y a manejar de la mejor forma posible el don que poseo que me permite ver, sentir, escuchar... Y sobre por sobre todo; poder hablar con los muertos.
Como lo digo... ¡Trágicamente fui forzado a entender este don! ¿O acaso alguien se atreverÃa a pensar que nada de esto es posible?
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